
Preparaos para la iluminación: Rosalía ha vuelto. Su nuevo disco, “LUX”, llega como una misa electrónica donde el beat sustituye al incienso y la fe se mide en BPM. Si Motomami era caos y carne, LUX es alma y ascensión — una obra que confirma que nadie entiende el pop contemporáneo como ella.
Publicado este 7 de noviembre de 2025, LUX es un viaje sonoro dividido en cuatro movimientos que van de lo terrenal a lo divino, del deseo a la redención. En total, 18 temas que forman un relato sobre el poder, la transformación y la búsqueda de algo más allá del ego.
Desde el arranque con “Sexo, Violencia y Llantas”, Rosalía deja claro que este no es un disco para almas tibias. Es puro contraste: deseo y culpa, gasolina y oración. En “Mío Cristo”, se entrega a una plegaria sensual, mientras que “Reliquia” suena como un canto ritual a la belleza de lo efímero. Luego llega “Dios es un Stalker”, una joya provocadora que juega con la obsesión, la vigilancia y el amor divino 2.0.
En “Berghain”, la catalana rinde homenaje a la catedral techno de Berlín, donde la espiritualidad se baila con luces estroboscópicas. “Sauvignon Blanc” mezcla lujo y melancolía en una oda a los excesos con sabor a despedida. Y cuando llega “La Rumba del Perdón”, el flamenco y la electrónica vuelven a fundirse en un acto de contrición y placer: puro ADN Rosalía.
El disco avanza con “La Perla” y “Magnolias”, dos temas que suenan a revelación: producción minimalista, voz celestial y letras que se mueven entre la vulnerabilidad y el poder. En “Porcelana”, su voz se quiebra como si confesara en directo. Y con “De Madrugá”, vuelve al lenguaje de la raíz, recordando que su duende sigue vivo, aunque ahora flote sobre sintetizadores.
Estéticamente, LUX es una revolución, portadas blancas, doradas y etéreas; vídeos que mezclan imaginería religiosa con futurismo digital. Rosalía aparece como una figura entre la santa y la cyborg, una artista que no busca gustar, sino provocar adoración.
Y lo consigue. Porque LUX no es un disco, es un ritual pop, una catequesis de lo sensorial que te hace bailar, pensar y, si te dejas, rezar. Con LUX, la catalana corona una trilogía espiritual donde el cuerpo, el alma y la máquina conviven sin pedir perdón. Y sí, periquita, el cielo puede sonar a techno si quien toca los acordes es Rosalía.
“LUX” es el renacer de una artista que ha hecho del exceso su religión y del arte su milagro.
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