Ilia no necesita presentación, con el título de Mr Gay Internacional 2025 ha puesto rostro y voz a una de las realidades más duras y silenciadas de la comunidad LGTBI: el sexilio. Su imagen ha recorrido titulares y portadas en medio mundo, pero lejos de limitarse a posar para las cámaras, Ilia ha convertido su reinado en una denuncia constante.
Porque el sexilio no es solo huir de países donde amar es un delito: también ocurre en nuestro propio país, cuando la intolerancia sigue empujando a muchos jóvenes a abandonar sus pueblos, sus familias o sus entornos para poder vivir en libertad.
En esta entrevista, Ilia habla sin filtros, sin eufemismos y con la fuerza de quien representa a toda una generación que ha tenido que marcharse para sobrevivir.

Ilia, llevas la banda de Mr Gay Internacional 2025 y al mismo tiempo representas una realidad incómoda: el sexilio. ¿Qué significa cargar con esas dos cosas a la vez?

Estar en el sexilio, como activista LGBTQIA+, es vivir con un sentimiento de ansiedad, miedo a la persecución y vergüenza, una sensación de inestabilidad en la vida, soledad y aislamiento que me llevaron a estados suicidas este mes, hasta el punto de que tuve que acudir a emergencias. Llevar la banda “Mr Gay España Internacional” y, al mismo tiempo, sentir orgullo por mí mismo, reconocimiento, respeto por parte de políticos y aceptación por la comunidad internacional, es un recurso oficial de apoyo que da significado a mi camino de salida del armario, trabajo social y creatividad queer. Al mismo tiempo, es una responsabilidad, ya que me convierto en un símbolo de inspiración para decenas de miles de personas LGBTQIA+ muy vulnerables que sueñan con vivir libremente. Continúo viviendo de manera auténtica, tomando decisiones que hacen este mundo un poco mejor y que se alinean con mis valores y misión, mientras apoyo a otros refugiados.

 

El sexilio suele asociarse a países donde la homosexualidad está criminalizada, pero en España también existe. ¿Qué formas de sexilio crees que siguen vigentes dentro de nuestras propias fronteras?

En los últimos 50 años, España ha recorrido un largo camino desde la represión y persecución de homosexuales durante la dictadura franquista hasta convertirse en uno de los lugares más seguros y progresistas de Europa para la comunidad LGBTQIA+. A pesar de esto, el sexilio en España afecta a todo el espectro del colectivo, con un impacto especialmente significativo en personas trans y racializadas. La mudanza, además de suponer una fuerte carga emocional, no siempre garantiza una vida más libre o una vivienda segura; según el estudio de La Federación Estatal LGTBI+, casi el 20 % de las personas desplazadas terminan simplemente en la calle. Según El País, en 2024 se registraron un récord de 318 agresiones contra la comunidad LGBTQIA+ en Cataluña. En agosto de este año, unos conocidos míos fueron agredidos en el metro de Barcelona después del desfile del Orgullo por su maquillaje y vestimenta femenina; este incidente se encuentra actualmente en revisión judicial. Las personas LGBTQIA+ se ven obligadas a abandonar zonas rurales y alejarse de sus familias, donde se ven forzadas a ocultar su orientación sexual o identidad de género. El sexilio se convierte así en autoaislamiento y limitación de contactos sociales para proteger la salud mental y evitar discriminación o agresiones físicas. No basta con leyes sobre el papel; se necesitan políticas públicas con un enfoque inclusivo para que nadie se vea obligado a abandonar su ciudad, barrio o país para ejercer sus derechos y ser quien es.

 

¿Qué duele más: huir de un país que te persigue o sentir que en el tuyo, aún en 2025, siguen empujando a muchos jóvenes LGTBI a marcharse de sus pueblos y ciudades?

Independientemente del país o del lugar de origen, me duele profundamente por cada persona que se ve obligada a trasladarse por su orientación sexual. Siento una intensa decepción y gran indignación al ver que, en 2025, hay políticos que tienen voz, influencia y acceso a la toma de decisiones que cambian el mundo únicamente para peor y destruyen cientos de miles de vidas. Siento empatía por cada persona que debe enfrentarse al sexilio, comprendiendo lo difícil que es emocional y financieramente este largo camino hacia la libertad.

 

¿Cuáles son las heridas invisibles que deja el sexilio, más allá de la distancia física con tu tierra?

Es un espectro complejo de traumas: emocionales, sociales, financieros y culturales. Las heridas invisibles que deja el sexilio incluyen un sentimiento constante de ansiedad y miedo por la propia seguridad, soledad e aislamiento social, estrés crónico, agotamiento, depresión y desgaste emocional. Tras la mudanza, uno se enfrenta a dificultades para integrarse en una nueva comunidad, así como a la pérdida no solo de vivienda y empleo, sino también del rol social y del estatus que se tenía en la tierra natal.

 

¿Qué le dirías a esa persona que ahora mismo siente que no tiene otra salida que escapar para poder vivir en libertad?

Tu vida y tu libertad son invaluables, y tu deseo de ser tú mismo es tu fuerza; tu traslado es una revolución silenciosa. Incluso si el camino está lleno de dolor, pérdidas e incertidumbre, cada paso que das es un paso hacia tu propia integridad, libertad y aceptación. No estás solo: hay personas, organizaciones y comunidades que pueden apoyarte en este camino. Escapar puede parecer la única salida y, sin embargo, es el comienzo de un nuevo capítulo de tu vida, donde tienes derecho a la seguridad, al respeto y al amor. Procura no perder la fe en ti mismo, busca recursos, ayuda y a quienes comprendan y respeten tu decisión.

 

En España presumimos de ser un país abierto y diverso, pero la realidad no siempre acompaña al discurso. ¿Qué hipocresías detectas en nuestra sociedad cuando hablamos de diversidad?

En España, la comunidad LGBTQIA+ a menudo se explota únicamente durante dos meses al año como herramienta de propaganda política, pero luego se nos olvida; los mecanismos reales de protección y apoyo siguen siendo formales e insuficientes. Llevo 650 días esperando una respuesta de las instituciones sobre mi asilo, y hay muchos refugiados que llevan 3 o 5 años en situación de incertidumbre. Las ONG no pueden hacer frente al flujo, y las estructuras estatales están claramente infrafinanciadas o desorganizadas, lo que crea una barrera sistémica para la realización de los derechos humanos básicos. Personalmente, he recibido varias negativas de ayuda simplemente porque no había plazas, o he tenido que esperar 8 meses solo para poder tener una cita en un organismo estatal.

 

¿Qué papel deberían jugar los políticos, las instituciones y la propia comunidad LGTBI para evitar que siga habiendo sexilio en pleno siglo XXI?

Los políticos deben dejar de tratar a la comunidad LGBTQIA+ como una herramienta conveniente para obtener votos o mejorar su imagen. Su verdadera obligación es crear un sistema en el que los derechos humanos no dependan de la geografía, el origen social o la coyuntura política. Las leyes deben dejar de ser simbólicas y convertirse en prácticas: eficaces, operativas y capaces de proteger la vida de cada persona que enfrenta discriminación. Las instituciones no deben ser laberintos burocráticos, sino espacios de protección y confianza. La protección internacional, el acceso a la vivienda, la atención psicológica y la justicia deben garantizarse como derechos básicos, y no como un privilegio raro reservado a unos pocos. El Estado no tiene derecho a mantener a las personas en un estado de incertidumbre durante años: la indefinición en sí misma se convierte en una forma de violencia emocional.

La comunidad LGBTQIA+ debe actuar como un sujeto político maduro: unirse en asociaciones fuertes, crear medios independientes y plataformas de expertos, formar alianzas con los movimientos feministas, migratorios y de derechos humanos para hablar con una sola voz e influir en la toma de decisiones. Es importante dejar de encerrarse en la visibilidad simbólica y pasar a la fuerza institucional: lograr cambios sistémicos mediante la participación en las elecciones, el impulso de sus representantes en los órganos de poder y la presión constante sobre políticos e instituciones. La comunidad debe aprender a pensar estratégicamente: no solo luchar contra la discriminación, sino también construir su propia agenda —desde la economía y la sanidad hasta la política internacional— para que la identidad LGTBI+ deje de ser vista como una «vulnerabilidad» y se convierta en una parte igualitaria de la sociedad.

 

Como Mr Gay Internacional, tu voz tiene eco global. ¿Cómo piensas usarla para que el sexilio deje de ser un tema incómodo y pase a ser una denuncia constante en todos los escenarios?

Quiero regresar muy pronto a las redes sociales y al espacio digital para hablar con una audiencia internacional en inglés y en español, construir puentes entre las personas, crear un espacio seguro para el diálogo y el apoyo, y también ayudar a quienes atraviesan experiencias similares y buscan la fuerza para seguir adelante.

 

¿Crees que la sociedad entiende de verdad lo que significa marcharse de casa porque tu entorno te expulsa? ¿O seguimos romantizando el exilio como si fuese un viaje iniciático?

Muy pocas personas comprenden realmente lo que significa abandonar el hogar no por elección, sino porque tu propio entorno te ha rechazado. No se trata de un viaje romántico, sino de una realidad cruel en la que convergen el dolor, la pérdida, la soledad y la inestabilidad económica. El sexilio no tiene belleza: no es una opción de libertad, sino una huida forzada del miedo y de la violencia. Muchos siguen percibiéndolo de manera superficial, como una etapa de maduración o un símbolo de lucha, pero en realidad es una herida profunda que deja cicatrices durante años. Por eso, la tarea de la sociedad y de la política no es simplificar ni romantizar esta experiencia, sino reconocer su complejidad y crear mecanismos de apoyo efectivos que permitan a las personas no solo sobrevivir, sino también reconstruir su vida, su dignidad y su sentido de pertenencia.

 

Para terminar, ¿qué mensaje directo, sin rodeos, lanzas a quienes siguen generando el odio que provoca el sexilio, tanto fuera como dentro de España?

Aquellos que, debido a su bajo nivel educativo, continúan fomentando el odio y creando condiciones en las que las personas se ven obligadas a huir de sus hogares por su orientación sexual o identidad, son responsables de los destinos y vidas destruidas de otros. Sus palabras y acciones son combustible para la discriminación, la violencia y el exilio. Se escudan en la tradición o la religión, pero la verdad es que convierten sus propios miedos y prejuicios en un instrumento de opresión. La historia los recordará como quienes privaron a las personas de su derecho fundamental a ser ellas mismas. Su tiempo ha pasado, el mundo avanza hacia la libertad y la igualdad, y ninguna retórica de odio podrá detenerlo.