Ay, Trinidad, agárrate la peluca que vienen curvas financieras. Grindr, la aplicación amarilla que ha sido testigo de más historias que la Biblia y más encuentros que la Renfe, acaba de protagonizar un subidón de infarto en la Bolsa: sus acciones han subido hasta un 11 % después de que se filtrara que sus dueños están pensando en privatizar la compañía. Sí, reina, el Grindr podría dejar de ser público, pero seguiría siendo tan íntimo como siempre.

Según medios internacionales, los accionistas mayoritarios —Raymond Zage y James Lu, los verdaderos sugar daddies del cotarro— han enviado una carta formal para sacar a la empresa del mercado bursátil. Y claro, el Wall Street gay se volvió loco: los traders gritando “¡compren, compren que esto se pone bueno!”.

De hacerse realidad, el movimiento colocaría el valor de Grindr por encima de los 3.000 millones de dólares. Tres mil millones, cariño. Eso es más de lo que gastamos todas las europeas en cremas, viajes a Mykonos y cócteles con nombres impronunciables durante el Pride.

De app de ligue a bestia económica

Que sí, que lo decimos entre risas, pero Grindr lleva años demostrando que lo de “aplicación de citas” se queda corto. Es un imperio digital del deseo más de 13 millones de usuarios activos cada mes, presente en casi todos los países del planeta y con una base de datos de torsos digna del Louvre.

Durante el último trimestre, Grindr reportó un crecimiento de ingresos del 27 % respecto al año anterior y mantiene un margen EBITDA del 43 % (sí, cariño, eso significa que está ganando dinero como si fuera Taylor Swift en un tour). Y aunque algunos analistas se quejan de que sus beneficios por acción fueron más bajitos de lo esperado, la app sigue levantando pasiones y capital.

La estrategia de privatización se está estudiando con lupa, pero si se concreta, Grindr podría tener más libertad para experimentar, reinventarse y, quién sabe, sorprendernos con nuevas funciones. Tal vez una sección de “solteros con patrimonio”, o una pestaña llamada “modo financiero: busca inversor estable”.

El poder amarillo en la economía global

Pero más allá de los números, lo que esto demuestra es que el poder LGBTQ+ mueve el dinero. Mientras algunos siguen diciendo que somos “una minoría”, ahí estamos, sosteniendo economías con nuestras suscripciones premium, nuestras copas con pepino y nuestra capacidad innata para transformar cualquier crisis en tendencia.

Como dice el meme: “los jochis siempre salvando la economía mundial”. Y no les falta razón. Desde bares, discotecas y festivales hasta marcas de lujo, el mercado rosa genera miles de millones cada año. Grindr no es solo una app: es una plataforma cultural, un bar digital global donde se cruzan empresarios, artistas, activistas, deportistas y, claro, chulazos con foto de perfil borrosa.

Lo que viene: drama, dinero y mucho más torso

La pregunta ahora es: ¿qué pasará si Grindr se vuelve privada? Los expertos dicen que eso podría atraer más inversión y permitirle evolucionar sin rendir cuentas públicas cada trimestre. Pero a nosotros lo que nos interesa saber es si seguirán esos cortes de conexión justo cuando vas a mandar la foto o si, con tanto dinero, por fin arreglarán el filtro de distancia que nunca acierta.

Mientras tanto, Wall Street sigue sudando y los economistas intentan explicar cómo una app que empezó con un simple “hola, ¿qué tal?” puede acabar moviendo miles de millones de dólares.

En resumen, corazón: Grindr no solo sirve para ligar —también está conquistando el parqué financiero.
Y tú preocupada por si ese “a 200 metros” te da ghosting…