
Durante al menos dos años, una banda se movió por bares de ambiente con un plan tan sencillo como efectivo: acercarse, flirtear, invitar a una copa… y apagar al otro. Literalmente. Drogaban a hombres gays, los robaban y los dejaban tirados en la calle o en hoteles mientras su cuerpo entraba en coma, sufría un infarto o se quedaba al borde de la muerte.
El balance policial no admite matices: nueve víctimas, un coma, dos infartos y un asesinato.
El caso que destapó todo ocurrió en octubre de 2021, cuando un empresario apareció muerto en el Hotel Palace tras haber sido drogado con éxtasis líquido. No fue un accidente nocturno ni una mala noche. Fue la prueba de que alguien llevaba tiempo cazando.
El método no variaba. Bares de Chueca, conversación fácil, ligue rápido y una bebida adulterada con diferentes sustancias estupefacientes. Minutos después, la voluntad desaparecía. Horas después, la memoria también.
Casi todas las víctimas eran extranjeras. Turistas, ejecutivos, hombres de paso. El objetivo perfecto: menos denuncias, menos ruido, más silencio. Algunos despertaron días después en un hospital. Otros estuvieron clínicamente muertos durante minutos. Uno pasó días en coma mientras su familia lo buscaba como desaparecido.
Hoy, dos miembros de la banda cumplen penas de hasta 15 años y medio de prisión y otros se enfrentan a condenas de hasta 17 años por nuevos ataques. La Policía cree que hubo más víctimas que nunca denunciaron.
Así que cuidado corazones, a pensar cuando salgáis… que el primero que te invite a una copa puede ser que ese contenido de la copa se parezca más al gazpacho y a esa ginebra con pepino que te encanta.





