Si alguien sabe lo que es reventar un teatro a base de hits, pluma y actitud, esa es Roser. La diva catalana lo ha vuelto a hacer: el pasado viernes estrenó en el Teatro Arlequín de Gran Vía la cuarta temporada de Hola Raffaella y lo hizo con lleno absoluto, demostrando que la capital sigue rendida a su espectáculo-homenaje a la eterna Raffaella Carrà.

La Gran Vía tembló de nuevo con un show que ya es marca registrada: coreografías vibrantes, vestuarios de fantasía y esa energía inagotable de Roser, que consigue que el público pase de la butaca a la pista de baile en un abrir y cerrar de ojos. Porque Hola Raffaella no es solo un musical: es una fiesta, un ritual, un viaje directo a la memoria colectiva de varias generaciones que crecieron con la Carrà y que ahora la redescubren bajo el prisma canalla y libre que solo Roser sabe dar.

El estreno del viernes confirmó lo que ya intuíamos: el Arlequín se queda pequeño para tanta diva. Aforo completo, ovaciones de pie y un público entregado desde el primer acorde. Y si la primera función fue así, lo que se viene promete ser una temporada histórica.

Pero claro, una estrella no se limita al escenario. Roser también pasó por el plató de “Corazón” en RTVE, el programa de Anne Igartiburu, nuestra querida primera presentadora de las Campanadas de la Diversidad en Mr. Gay España en Plaza de España.

La conversación, como no podía ser de otra manera, fue pura chispa: recuerdos, confidencias y un repaso a la trayectoria de Roser que deja claro que está en su mejor momento. Y ojo, porque no estuvo sola: Javi Hoyos también compartió plató, y desde aquí lanzamos el guiño claro y directo: Javi, te queremos pronto con nosotros en Plaza de España.

Hola Raffaella llega justo en el punto en el que Madrid respira diversidad a cada paso. Tras el Orgullo y la final de Mr. Gay España en Plaza de España, la Gran Vía se convierte en extensión natural de esa energía: un lugar donde celebrar, bailar y reivindicar. Y no es casualidad que sea Roser la que encabece este regreso. Ella entiende como nadie que la música, el espectáculo y la libertad son inseparables.

El montaje repasa grandes éxitos de la Carrà, reinterpreta clásicos con una frescura descarada y regala momentos que son puro karaoke colectivo. Porque en este espectáculo no hay espectadores pasivos: aquí todo el mundo canta, baila y celebra. La nostalgia se mezcla con el presente y el resultado es un fiestón que hace justicia a la reina de la televisión italiana y a la reina catalana que la homenajea.

Con el lleno del estreno ya marcado en la historia, lo que viene son semanas de purpurina y ovaciones en el Arlequín. Y un consejo: hazte con tu entrada cuanto antes, porque si algo nos ha enseñado Roser es que donde ella pisa, no queda ni un asiento libre.

La Gran Vía está encendida, Plaza de España late al ritmo del Orgullo todo el año y Roser vuelve a recordarnos que las divas no mueren, se reinventan. Y esta vez, con lleno absoluto, la nuestra ha vuelto para quedarse.