Si algo nos encanta en Mr Gay España es cuando alguien le da una patada al armario… aunque ni siquiera esté dentro.
Y eso ha hecho Aitor Ruibal, delantero del Real Betis, que ha dicho basta a los comentarios homófobos que le llueven cada vez que se pinta las uñas, se tiñe el pelo o se planta un bolsito de fiesta.

“No soy gay, pero si lo fuese… ¿qué pasa?”
dijo, con más arte que una bata de cola.

El sevillano (porque claro, del Betis tenía que ser, cariño) lleva tiempo rompiendo el molde del futbolista clásico de chándal y ego inflado. A Ruibal le va más el rollo libre, moderno, y con manicura bien hecha. Y claro, eso a algunos les escuece más que una cera en los hu….ecos de nudillos.

Los mismos que se echan las manos a la cabeza cuando ven un esmalte son los que luego se ponen filtros con orejitas en Snapchat.
Aitor lo tiene claro: la masculinidad no se defiende a gritos, se demuestra sin miedo. Y mientras algunos siguen con el trauma de “lo que dirán en el vestuario”, él entra al campo con el eyeliner emocional más bien puesto.

Aitor lo tiene clarinete: la masculinidad no se grita, se luce con uñas pintadas, bolso cruzado y cero miedo al brillo.
Mientras algunos todavía se atragantan con el “qué dirán en el vestuario”, él sale al campo con más estilo que un desfile de Versace en Heliópolis y sin pedir permiso a nadie.

Y claro, desde aquí solo podemos decirle: Ruibal, mi vida, te has marcado un hat-trick deluxe.
Uno por plantar cara al machirulismo, otro por defender la libertad  y el tercero porque —seamos sinceros, si a alguien le molesta verte con las uñas pintadas… que se ponga un parche en los ojos, cariño, que lo suyo no es un problema de vista, es de mente.