Si alguien pensaba que los derechos conquistados eran para siempre, 2025 se ha encargado de borrar esa ingenuidad de un plumazo. Lo que hemos vivido este año no es una suma de retrocesos aislados, es un patrón global. Coordinado. Persistente. Y peligrosamente normalizado.

Mientras medio mundo hablaba de innovación, crecimiento y futuro, los derechos LGTBIQ+ han sido moneda de cambio político en decenas de países. Criminalización directa en algunos. Censura, represión y recortes “legales” en otros. Todo bajo el mismo discurso reciclado: moral, infancia, tradición, orden. El mismo de siempre. El de nunca.

En África y el Caribe, países como Burkina Faso o Trinidad y Tobago han vuelto a penalizar la homosexualidad. En Túnez, las detenciones masivas, los registros de móviles y los exámenes anales forzados han dejado de ser una excepción para convertirse en método. En Rusia, más de cien personas han sido condenadas por “extremismo LGBT”. Extremismo, sí. Por existir.

Europa, esa que se llena la boca con valores y derechos humanos, tampoco sale bien parada. Hungría y Rumanía han prohibido Pride. Literalmente. Manifestarse puede llevarte ante un juez. Eslovaquia ha blindado constitucionalmente la idea de que solo existen dos géneros. Polonia sigue bloqueando cualquier avance para las parejas del mismo sexo. Reino Unido ha firmado sentencias que dejan a las mujeres trans fuera de protecciones básicas.
¿Y España? Aquí el retroceso no grita: se legisla. Paquetes “anti-género”, ataques a la educación afectivo-sexual, censura del lenguaje inclusivo y decretos que podrían abrir la puerta a limitar el derecho a manifestarse. Todo muy técnico. Todo muy peligroso.

Al otro lado del Atlántico, Estados Unidos vive un déjà vu oscuro. La segunda era Trump ha traído un desmantelamiento exprés de protecciones LGTBIQ+: veto militar a personas trans, recortes sanitarios, censura educativa, eliminación de reconocimientos legales y un ataque frontal a cualquier política de diversidad. Un año. Solo uno. Y aún quedan tres.

Asia tampoco ofrece refugio. Turquía amenaza con cárcel a personas trans y parejas del mismo sexo. Kazajistán prepara una ley de censura total. China persigue relatos románticos gays como si fueran crimen organizado. Japón, mientras tanto, sigue siendo el único país del G7 que niega cualquier reconocimiento legal a las parejas homosexuales.

El balance es brutal: 2025 ha sido un año negro para la comunidad LGTBIQ+. Y lo más inquietante no es solo lo que ha pasado, sino lo rápido que se ha normalizado. El odio ya no siempre grita. A veces firma decretos. A veces gana elecciones. A veces se disfraza de sentido común.

En Mr Gay España no creemos en el silencio cómodo ni en mirar hacia otro lado. Porque la historia ya nos enseñó una cosa: cuando los derechos retroceden, nadie está a salvo. Y porque resistir también es contar lo que pasa. Alto. Claro. Y sin pedir permiso.