Desde que Rusia comenzó su invasión a Ucrania el pasado 24 de febrero, Naciones Unidas ha contabilizado más de dos millones de personas huidas desde el país ucraniano hacia estados limítrofes que no sean ni Rusia ni Bielorrusia, aliado del país invasor. Es decir, los estados que más refugiados están recibiendo son Polonia y Hungría, pero también Rumanía o Moldavia están acogiendo a muchos ancianos, mujeres y niños; a su vez, estados europeos como España están refugiando a personas provenientes de Ucrania, otorgándoles protección internacional a través del estatus de refugiado.
Cuando se habla de refugiados, tiende a tratarse tan solo a los “refugiados de guerra”; sin embargo, la población LGBT de Ucrania es una de las minorías que está sufriendo una de las mayores dificultades en su desplazamiento. Los refugiados LGTB que consiguen huir de Ucrania por la guerra, como se mencionaba anteriormente, huyen a estados fronterizos como Polonia y Hungría, en los que los derechos de personas homosexuales, bisexuales o trans no están reconocidos ni protegidos. Por un lado, Polonia ha llegado a declarar “zonas libres de personas LGTB”; por otro lado, Hungría ha dado pasos hacia atrás en materia de derechos, prohibiendo la adopción y el reconocimiento legal de género a personas trans.
Esta problemática puede verse en cualquier tipo de proceso migratorio con motivos de orientación sexual o de identidad de género. Los países de Oriente Medio y del continente africano se consideran los más inseguros para las personas LGTBI. En concreto, el 70% de los estados africanos criminaliza las relaciones sexuales o afectivas entre personas del mismo género. Por otro lado, en América, es el colectivo trans el que se lleva la peor parte, ya que el 78% de las muertes mundiales de personas trans se producen en este continente. Además, tan solo entre los años 2008 y 2019, más de 3000 personas trans fueron asesinadas; y, de media, tan solo en América, 9 personas LGTBI+ son asesinadas a la semana.
La mayor cantidad de refugiados LGTB, en su huida, tienen que atravesar otros países que también les discriminan, ya que las actuales leyes migratorias obligan a que los refugiados tengan que solicitar asilo estando en el territorio del Estado del que quieren solicitar la protección internacional. Como consecuencia, muchos de ellos acaban pidiendo asilo en estados como Turquía o Hungría, estados que no amparan los derechos del colectivo y que no brindan apoyo ni psicológico ni legal a los migrantes de la comunidad.
Aunque sí existe una cifra general de refugiados en el mundo, que se corresponde con alrededor de 30 millones a finales del año 2018, no se puede contabilizar el número de refugiados LGTB internacionales, ya que no todos los países les dan esta categoría a las personas que escapan de su nación a causa de persecución por motivos de orientación sexual y/o identidad de género. Se estima en miles el número de personas que huyen al año tan solo por ser o amar de manera diferente a la establecida normativamente.
Algunos de los datos mundiales más impactantes son, a diciembre de 2019:
- 6 países condenan a pena de muerte las relaciones sexuales entre personas del mismo género;
- 26 países imponen penas desde 10 años hasta cadena perpetua;
- 30 países castigan con hasta 8 años de prisión;
- 55 países no criminalizan, pero tampoco protegen a las personas LGTBI+;
- Tan solo 11 países en todo el mundo amparan de manera constitucional al colectivo.
Es evidente que las personas LGTB necesitan espacios seguros en sus procesos de acogida en los estados europeos, que deben tener en cuenta su situación de excepcionalidad y brindar protección internacional especial a las personas del colectivo. Será la Unión Europea la que deba elaborar y establecer criterios unánimes para que todos los estados de la Unión puedan ofrecer al colectivo garantía en la protección de sus derechos humanos.