Cantabria, mi lugar de nacimiento. Única, Preciosa e infinita. No se qué tendrá, que tiene a mi corazón dividido y al mismo tiempo atado.

Mi historia puede asemejarse a la de muchos otros que hemos vivido tanto tiempo en zonas rurales, llena de traumas y desdichas por ser «diferentes» en lugares donde reside la incultura y el retroceso social.

Desde que tengo uso de razón, he visto como la gente de mi alrededor me tendía la mano para momentos después retirármela al no compartir, como ellos lo justifican, «mi estilo de vida«. Lo que dista mucho de la realidad que vivimos, hoy en día, en pleno siglo XXI.

Con ello, aprendí que un lugar solo vale lo que valen las personas que hay en él.

Es en estos pequeños parajes donde, a pesar del esfuerzo invertido así como las almas perdidas en el camino, se muestra la necesidad de luchar por mantener el equilibrio en la diversidad de personas, ya sea por su identidad sexual y de género, su raza o por su condición física.

Mi historia es un tanto peculiar, a la par que larga, a pesar de tener 27 años.

Vengo de una familia numerosa, como es habitual en los pueblo, contamos con muchos miembros en la familia. La educación en estas zonas rurales ha sido durante muchos años bastante limitada, y el acceso a la información no ha sido posible hasta hace 10 años.

Esta desinformación, como experiencia particular, me ha llevado a sufrir una represión tanto dentro como fuera de mi casa, sin contar con un lugar en el que pudiese sentirme «a salvo».

El ambiente del que me rodeaba me obligaba a ser algo o alguien que no era, no tanto como sentir disfolia de género, pero lo suficiente macabro como para no reconocerme en el espejo y sentirme confuso, incómodo y desorientado.

Mi salida del armario, digamos que fue más agria que dulce, tuve que perder una persona importante de mi vida y despedirla para jamás volver a verla. Fue la última oportunidad que tuve de poder decírselo a sabiendas de que nunca obtendría una respuesta. Esta es, y será, mi espinita clavada

Con el tiempo, la noticia voló, como digna característica de pueblo, y tras ella me vi convertido en «la oveja negra» de mi numerosa familia. 

Nunca pensé que la vida me quitaría lo que me dio por derecho de nacimiento, simplemente por tratar de ser yo y vivir en armonía con mi gente. Fue este el momento en que decidí rendirme, abandonar mi lugar de nacimiento, para buscar «mi lugar correcto», allí donde debía haber crecido, y no donde la vida decidió ponerme.

Me fui jóven, con el coraje de volver en un futuro y demostrar que mi condición sexual no le hacía daño a nadie, y que podría convertirme en una persona de bien, con unos estudios dignos y una profesión admirable.

Tras el fallecimiento de mi padre, me puse a trabajar al tiempo que a estudiar para poder costearme los estudios, me gradué como Higienista Bucodental, pero no me parecía suficiente; cuatro años después me gradué como Periodista, pero me seguía sintiendo vacío; hasta que la vida me regaló la oportunidad de graduarme como Tripulante de Cabina Aéreo, mi tan anhelada profesión, la que me ha dado alas para buscar mi lugar por el mundo. Es aquí cuando, por fin, empecé a respirar aire fresco.

Y, en la soledad, viajando de un lado para otro, conociendo a mucha gente de diferentes partes, y escuchándoles hablar sobre sus lugares de procedencia con orgullo, me vi en la obligación de volver a casa, para perdonar y darme una segunda oportunidad.

Al volver a la Tierruca, tuve que perdonar y pedir perdón; tuve que aprender a respetar y a que se me respetase; tuve que aprender a amar a mi familia y amarme a mí mismo.

Gracias a esta segunda oportunidad que decidí darme, he aprendido a estar orgulloso del camino, estoy aprendiendo a amar mi tierruca, tratando de compaginar mi trabajo con mi vida aquí y, sobretodo, tratando de ayudar a aquellas personas que, como yo, sienten hastío, desaliento o frustración por ser incomprendidos en su lugar de origen, por pequeño que sea el pueblo y las mentes cerradas que en él existan.

Por ende, me gustaría agradecer con todo mi corazón, al equipo de @mrgayespana por darme la fuerza y la voz, para así poder ayudaros y colaborar en la visibilización del colectivo en las zonas rurales. Es por ello que hoy, más que nunca, siento #OrgulloEnMiPueblo

Y, por último, agradecer a mis compañeros de certamen, por abrirse en canal conmigo, y demostrarme que nunca vamos a estar solos. Mi segunda familia.

 

GRACIAS