Mi primera vez, de tantas veces y tantas cosas, siempre me ha dejado marcado con ese sello eterno que nadie puede borrarte de la piel ni aunque te la arranquen.  

Hoy os quiero hablar de mi primera vez en Mr Gay Pride España y en todo lo que este proyecto de vida, me niego a llamarlo concurso, ha significado para mí. Y me niego a llamarlo concurso porque simplificaríamos la importantísima labor que cumple para tantos chicos que necesitan gritar sus libertades. 

Llegué a Mr Gay Pride España, como jurado, en el peor momento emocional de mi existencia. Acababa de quedarme viudo dos semanas antes, pero la responsabilidad adquirida para ese trabajo me impidió cancelar la cita. Había perdido a uno de los amores de mi vida, un hombre bueno, noble, guapo y que me hacía inmensamente feliz. Y a pesar de eso, de nuestro amor, de nuestra condición sexual, de nuestros sentimientos y emociones, de nuestra felicidad y de nuestra sensibilidad, yo veía el certamen de Mr Gay Pride España y las fiestas del Orgullo como una cita frívola y banal donde un montón de estrambóticos se emplumaban y emborrachaban para subirse a un circo de mil vanidades.  

¡Qué equivocado estaba!  

No sabéis bien lo que me alegra deciros que esa misma noche, seguramente una de las más duras de mi vida profesional, el mundo se detuvo un segundo ante mí para mostrarme la realidad en su estado más puro. Esa noche mi visión del mundo cambió. Me di cuenta de la cantidad de prejuicios que arrastramos, como una losa gigante, sin saber ni por qué. Entendí cada emoción de aquellos jovencitos que participaban en algo que era mucho más que un certamen de belleza, que una competición o que un trampolín. Entendí que Mr Gay Pride España era un lugar familiar donde todos teníamos un nexo común más allá de ser de la misma condición sexual. TODOS, participantes, jurado, presentadores, organizadores y cientos de miles de asistentes, sentíamos de la misma manera. De esa que sólo pueden sentir las personas con nuestra sensibilidad. Y entendí a cada uno de esos jovencitos que habían salido de sus casas, de sus pueblos, de sus raíces, para poder exponer con emocionante libertad lo que sentían, lo que amaban, lo que ERAN. Por encima de todo, lo que ERAN, lo que SOMOS. 

Esa noche, llevaba meses odiando al destino que me había arrebatado lo que más quería, volví a creer en el amor, en la vida, en las personas. Juan y Nano me abrieron las puertas de esa dulce habitación donde todo tenía sentido. Un lugar donde los hombres luchaban sin armas para defender sus corazones. Lo hacían por encima de los gritos repugnantes de muchas sociedades en muchos lugares del mundo donde siguen sin comprender eso, nuestros corazones. Y esa noche entendí de verdad lo necesario que era el Orgullo, más allá de sus divertidas frivolidades, y el certamen de Mr Gay Pride España. Entendí la necesidad de gritar bien alto el compromiso de ponerse en el papel de otros para saber sentir lo que ellos sienten. 

Hoy, muchos años después, echo de menos mis seis años de Presidente del Jurado de este evento tan necesario e importante. Porque cuando dejé de serlo, todo tiene que girar y cambiar para seguir creciendo, empecé a extrañarlo hasta con dolor. Sí, eso que un día me parecía que no iba conmigo se había convertido en una parte importante de mi trabajo y en una parte más importante aún de mi vida.  

Juan y Nano ahora son amigos del alma, esos que siempre están cuando los necesitas de verdad. Muchos de los participantes de este certamen siguen ocupando un lugar en mi corazón. Uno de ellos lo ocupó como compañero de vida durante un tiempo, las cosas del caprichoso destino. Y Mr Gay Pride España es y será para siempre un estandarte que jamás voy a descolgar de la historia de mi vida. 

Gracias, de corazón, por abrirme las puertas de esa dulce habitación.